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EL RATONCITO PÉREZ

 

El ratoncito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad, vivía en un agujerito de la pared de un edificio, el agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no le faltaba la comida, vivía junto a un mercado, donde por las noches cogía todo lo que necesitaba para comer.

Un día el ratoncito Pérez escuchó un gran alboroto en el piso de arriba, y como ratón curioso que era, trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta, allí vio un montón de peines, sillones, cepillos, espejos..., parecía que alguien se iba a instalar allí.

Al día siguiente el ratoncito Pérez volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo, en el piso de arriba habían puesto una peluquería, se llamaba PABLETE´S y no era una peluquería tradicional, era una peluquería infantil, y el ratoncito Pérez saltaba de alegría porque le encantaban los niños, había una zona de juegos para los niños, muchos cuentos, champús y perfumes especiales, e incluso había  una pequeña vespa para cortar el pelo a los más pequeños.

A partir de entonces el ratoncito Pérez subía todos los días para mirar todo lo que hacían las peluqueras y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón.

Después practicaba con sus amigos lo que sabía, a su amigo Gus le hizo un corte de pelo y un peinado muy moderno, y a su amiga Perla le hizo una original manicura de fantasía, y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo amigo de las peluqueras y famoso gracias a PABLETE´S, se hizo tan famoso y querido por todo el mundo, que las peluqueras le hicieron una casita y el ratoncito Pérez se fue a vivir a PABLETE´S.

Un día apareció en la peluquería un niño con su mamá, y mientras la peluquera le estaba cortando el pelo, de repente, se le cayó un diente de leche que tenía, entonces la peluquera lo cogió y se lo dio al niño con mucho cariño y le dijo: “toma, guárdalo como si fuera un tesoro, y como todo reluciente tesoro, cuida tus dientes mucho, cepillándolos al levantarte, antes de ir a la cama y después de comer, no comiendo demasiados caramelos y visitando regularmente al dentista”, el ratoncito Pérez observó todo lo que había sucedido y se le ocurrió una idea: “Iré a la casa de ese niño y le cambiaré el diente por una sorpresa”, pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar.

El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño, el niño se había dormido mirando y mirando su diente, y como su gran preciado tesoro que era, lo puso debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al final lo encontró y cambió el diente por un bonito regalo.

A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso muy contento y se lo contó a todos sus amigos del colegio, y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada, y el ratoncito Pérez de PABLETE´S los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.

 

FIN